De supermodelo a superempresaria

De supermodelo a superempresaria
Feb 10th 2012, 17:12
Cuando Kathy Ireland tenía 17 años, un agente descubrió su belleza anónima en las calles de California y la fichó para la agencia de modelos Elite. Corría el año 1981 y Kathy era una mujer despampanante de piernas interminables y ojos azules que comenzó a pasearse por las pasarelas de medio mundo casi al mismo tiempo que Cindy Crowford y Christie Brinkley, junto a quienes dio origen al término supermodelos. Sin embargo, es muy posible que quienes la recuerden tengan indeleble en su memoria una imagen: la portada de la revista Sports Illustrated, célebre por su número anual de chicas en bañador. Kathy Ireland llegó a ocupar esa portada tres veces y cuando lo hizo por primera vez en 1989, se convirtió en el ejemplar más vendido de aquella revista, en cuyo interior apareció durante 13 años seguidos, hasta su despedida en 1996. Fue por aquel entonces cuando esta modelo que también intentó sin demasiado éxito abrirse camino en Hollywood descubrió que su futuro económico podía estar en algo tan poco glamuroso como los marcos de ventana, las cortinas, los pomos de puerta, los suelos o los muebles de oficina.
Hoy, casi dos décadas más tarde Kathy Ireland ya no posa en la portada de Sports Illustrated y  sí en la de la revista Forbes, en cuyo último número aparece bajo el título "Super modelo, super empresaria. Kathy Ireland vende más que Martha Stewart y es más rica. El extraño pero verdadero caso del icono del bañador". A sus 48 años el imperio que la ex modelo ha construido bajo la marca que lleva su nombre genera anualmente 2.000 millones de dólares en ventas, está valorado en 300 millones (50 millones más que lo que vale la empresa de la otra reina del hogar estadounidense, Martha Stewart) y le hace ganar unos 50 millones de dólares limpios al año en royalties (más que una estrella de Hollywood).
Kathy Ireland entró en el mundo del comercio a través de un par de calcetines. A mediados de los años 90 los grandes almacenes Kmart le ofrecieron promocionar una marca de calcetines deportivos. Ella, que desde pequeña tenía visión comercial, les hizo una contrapropuesta: vendamos los calcetines con mi nombre, es decir, yo creo la marca y vosotros la vendéis. Kmart aceptó inmediatamente, imaginándose que quizás Ireland después ampliaría su abanico de ventas hasta cubrir todo lo que se encuentra en un armario. Y así fue. Sin embargo ella, que recordaba los consejos que le dio una vez el millonario Warren Buffett ("la moda cambia pero el mundo del hogar es una apuesta segura") decidió dar un paso arriesgado y en 1999 lanzó su primera línea de sofás, sillas y mesas. Así arrancaba un imperio que en 2003 dejó atrás su asociación con Kmart y con ella la venta de ropa para sumergirse de lleno en el extraño mundo del rodapié, el azulejo, el colchón o la alfombra, sin duda poco atractivos pero a juzgar por los números mucho más suculentos que las líneas de ropa con firma, que pasado el fulgor inicial, acaban fracasando (como la de Sarah Jessica Parker, por ejemplo).
Ireland, que ni siquiera llegó a terminar la enseñanza secundaria, diseña todo lo que vende y aparece en todos los anuncios de una empresa que también organiza bodas, vende vajillas, cremas y hasta pelucas. Solo tiene una debilidad, las joyas (que también diseña y vende en su web). Su colección privada está valorada en 25 millones de dólares y muchas de las piezas las adquirió aconsejada por Elizabeth Taylor, quien fue una de sus grandes amigas y de la que Ireland aún habla en presente. Al parecer eran tan amigas que Taylor, quien ganó dos Oscar, le regaló uno de ellos a Ireland. Hoy la estatuilla reposa en su salón. Seguramente nunca llegó a merecérselo por sus dotes interpretativas pero sin duda como empresaria Kathy Ireland se lo ha ganado.

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